Las empresas españolas han expresado su preocupación por la elevada carga fiscal que afrontan, afirmando que contribuyen con un tercio de los ingresos públicos en el país. Esta proporción es significativamente mayor que en el resto de Europa, donde las compañías aportan alrededor de una cuarta parte. Según los representantes del sector empresarial, este nivel de impuestos merma su competitividad en el mercado global, ya que enfrentan mayores costos en comparación con sus competidores europeos. Además, argumentan que la actual estructura impositiva podría desincentivar la inversión y el crecimiento económico en España.
En contraste, las autoridades fiscales sostienen que el sistema tributario está diseñado para asegurar una distribución equitativa de las responsabilidades económicas y sostener el gasto público esencial. No obstante, las voces críticas dentro del sector empresarial abogan por una revisión del sistema impositivo, que permita una reducción de las tarifas corporativas y, al mismo tiempo, garantice la equidad fiscal. Este debate se produce en un contexto económico marcado por la necesidad de equilibrar el crecimiento empresarial con el financiamiento adecuado de los servicios públicos.
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