Francia vivió este jueves una tercera jornada de protestas en un mes, reuniendo a más de medio millón de personas según la Confederación General del Trabajo (CGT), aunque el Ministerio del Interior contabilizó unas 190,000. Los manifestantes rechazaron los recortes presupuestarios del Gobierno, movilizándose en todo el país con 240 actos y manifestaciones en las principales ciudades. La participación fue menor que en protestas anteriores, pero la movilización policial incluyó 76,000 agentes. Hubo pocos incidentes significativos, aunque en Marsella se detuvieron a unas 70 personas. La protesta refleja la frustración con el nuevo primer ministro Sébastien Lecornu, aún sin gabinete ni presupuestos oficiales presentados, y la persistente influencia del presidente Emmanuel Macron en las políticas de austeridad.
En París, la secretaria general de la CGT, Sophie Binet, advirtió sobre el riesgo de una crisis de régimen si persisten las medidas impopulares. Mientras tanto, Lecornu, en medio de la presión, discutió el futuro gabinete y dio a conocer aspectos de su plan presupuestario, que incluye medidas como rebajas impositivas para bajos ingresos y exoneraciones para horas extras, omitiendo la controversial supresión de días festivos. Sin embargo, los partidos de izquierda, incluyendo La Francia Insumisa y el Partido Socialista, expresaron su descontento, planeando una censura si no se logran cambios sustanciales. Lecornu, intentará negociar con los socialistas y otras facciones, buscando evitar un enfrentamiento parlamentario, en un escenario político cada vez más tenso y complicado.
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