Un reciente estudio ha revelado que la obsesión por cuantificar aspectos del bienestar personal, como el número de pasos diarios, las calorías consumidas y el tiempo de sueño, puede transformar estas prácticas en formas insidiosas de control y constante comparación. A medida que los dispositivos tecnológicos se integran cada vez más en la vida diaria, facilitando un seguimiento meticuloso de estos indicadores, las personas pueden verse atrapadas en una competencia sin fin, no solo contra sí mismas, sino también con respecto a los demás. Este fenómeno, impulsado por la cultura de la autooptimización, tiende a reducir la autopercepción y el bienestar a meros datos numéricos, alejándolos de su objetivo inicial de promover una vida sana y equilibrada.
El estudio sugiere que esta dinámica puede llevar a un exceso de atención en la competencia y el perfeccionamiento, en detrimento de la salud emocional y psicológica. Los expertos advierten que el enfoque incesante en objetivos cuantificables podría generar ansiedad y estrés, ya que las personas intentan cumplir con estándares muchas veces inalcanzables o irrelevantes para su bienestar personalizado. En lugar de fomentar hábitos saludables, esta obsesión puede convertirse en un factor de presión social y autoimpuesta. Se propone que el uso equilibrado y consciente de estas herramientas podría mitigar los efectos negativos, promoviendo una comprensión más holística y liberadora del bienestar.
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