En un intento de promover a Dajla como un destino turístico de primer nivel, el gobierno marroquí ha intensificado sus esfuerzos para atraer visitantes, particularmente del mercado ibérico, mediante la invitación de influencers y periodistas de viajes a la región. Sin embargo, esta promoción turística se desarrolla en un contexto muy controvertido, ya que Dajla se encuentra en el Sáhara Occidental, un territorio que Marruecos ha ocupado militarmente durante los últimos cincuenta años y que sigue esperando su descolonización de acuerdo con las Naciones Unidas. Mientras las autoridades marroquíes despliegan alfombras rojas para los creadores de contenido, la región se mantiene prácticamente cerrada para la prensa internacional. Periodistas como Francisco Carrión y José Carmona han sido expulsados recientemente, subrayando las estrictas restricciones que enfrenta el periodismo en la región.
Pese a la imagen idílica que el régimen alauí intenta proyectar, las organizaciones de derechos humanos describen un panorama sombrío y opresivo en Dajla. Condiciones como vigilancia constante, detenciones arbitrarias y torturas son parte de la realidad que la población saharaui enfrenta diariamente. Los recursos naturales de la zona, que incluyen pesca y turismo, son explotados por colonos marroquíes, dejando a la población local sin los beneficios de su tierra. El Colectivo de Defensores de Derechos Humanos en el Sáhara Occidental denuncia que esta es una estrategia de Marruecos para ocultar una realidad que, de ser revelada, mostraría una flagrante violación de derechos humanos. En medio de este panorama, voces como la de Elmami Amar Salem y Ahmed Aghrishi claman justicia, destacando que los influencers, al promocionar la región, se convierten en cómplices de una ocupación que perpetúa el sufrimiento de la población saharaui.
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