La administración de Donald Trump busca fortalecer su relación con Marruecos mediante la posible venta de 32 aviones de combate F-35, un acuerdo que implicaría la implicación económica de Emiratos Árabes Unidos y el respaldo de Israel. Esta operación, valorada en 17.000 millones de dólares, sugiere un cambio estratégico en la política exterior de Estados Unidos. Trump parece inclinar la balanza de poder en la región mediterránea, disminuyendo el papel de España, que históricamente ha sido un aliado clave en esa área. Las fuentes cercanas a la Casa Blanca indican que esta movida refuerza la alianza con Marruecos en detrimento de España, cuyas bases militares en Rota y Morón han perdido protagonismo.
Este aparente realineamiento político ganado por Marruecos desplaza la influencia en zonas clave como el norte de África y el Sahel hacia una coalición liderada por Emiratos Árabes, Israel, y potencialmente Arabia Saudita y Turquía. Los observadores destacan la preocupación sobre el efecto que esto tiene sobre la carrera armamentista en la región, especialmente entre Marruecos y Argelia, su rival histórico. Además, el respaldo militar a Marruecos podría envalentonar al país en sus reclamos sobre el Sáhara Occidental y tensar su relación con España en torno a las ciudades de Ceuta y Melilla. Este enfoque de Trump subraya las fricciones en defensa con la Unión Europea y la OTAN, y pone el foco en el peso del gasto militar en su diplomacia internacional.
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