Ubicado en el corazón de España, el río Duero es una de las principales arterias fluviales de la península ibérica. Fluyendo desde su nacimiento en los Picos de Urbión hasta su desembocadura en el océano Atlántico, a través de Oporto, el Duero serpentea por más de 895 kilómetros, moldeando paisajes y alimentando una rica biodiversidad. A lo largo de su recorrido, el río pasa por diversas regiones, cada una con su propia identidad cultural y económica influenciada por la presencia del curso fluvial. Esta cuenca hidrográfica es fundamental para la agricultura local, destacándose por la producción de vino, especialmente en la prestigiosa región del Valle del Duero en Portugal, conocida por su vino de Oporto.
Más allá de su importancia económica, el Duero también es un corredor ecológico crucial, sustentando numerosas especies de flora y fauna a lo largo de sus orillas. Los esfuerzos por preservar este entorno natural han cobrado relevancia en los últimos años, impulsados por el reconocimiento de la UNESCO al paisaje cultural del Duero como Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, el río enfrenta desafíos significativos, como la contaminación y los efectos del cambio climático, que amenazan tanto el equilibrio ecológico como las actividades humanas que dependen de él. En respuesta, tanto en España como en Portugal, han surgido iniciativas para la gestión sostenible del río, buscando un balance que permita su conservación y su explotación responsable.
Leer noticia completa en El Pais.