En la inauguración del Mundial de Tokio, la prueba de 35 kilómetros marcha fue dominada de manera contundente por la favorita, quien impuso su sello personal tal como lo ha hecho en los últimos años en las competencias internacionales. Su estrategia se centró en un ataque decisivo a más de 10 kilómetros de la meta, lo que le permitió tomar una ventaja significativa sobre el grupo de perseguidoras. Esta táctica, habitual en su carrera, demostró nuevamente su capacidad para manejar el ritmo de la prueba y confirmar su hegemonía en esta disciplina.
La competencia, que reunió a las mejores marchistas del mundo, fue un escenario de alta exigencia física y estratégica. A pesar de la presión inicial del pelotón, la líder mostró un control absoluto desde el inicio y una preparación física que le permitió afrontar las condiciones y desafíos de la prueba con solvencia. Al cruzar la línea de meta, su victoria no solo revalidó su estatus como una de las grandes de la marcha, sino que también sentó un precedente en el Mundial de Tokio, inyectando emoción y expectativas para las próximas competencias.
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