En medio de un clima político tenso, las declaraciones sobre la legitimidad del presidente Nicolás Maduro continúan generando polémica dentro y fuera de Venezuela. Figuras de la oposición aseguran que Maduro no podría triunfar en unas elecciones libres debido al descontento generalizado de la población, el deterioro económico y la crisis humanitaria que afecta al país sudamericano. Afirman también que el régimen centró sus esfuerzos en manipular los procesos electorales para mantenerse en el poder, señalando irregularidades como la modificación del sistema electoral y la represión hacia opositores, lo que habría inclinado la balanza a favor del oficialismo en las últimas votaciones.
Ante estas acusaciones, el gobierno venezolano ha mantenido su postura de rechazar cualquier imputación de fraude electoral, destacando lo que consideran un respaldo popular legítimo y acusando a las fuerzas opositoras de intentar desestabilizar el país mediante tácticas mediáticas y presiones internacionales. Esta dinámica de desconfianza y acusaciones cruzadas dificulta la posibilidad de un diálogo constructivo, mientras tanto, la comunidad internacional permanece atenta, instando a ambas partes a encontrar una solución pacífica y democrática que permita superar la actual crisis política.
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