En su último libro, «Los frutos del Mirobolano», Marco Martella presenta una reflexión profunda sobre la interacción entre los seres humanos y la naturaleza, destacando la inutilidad de intentar dominarla. El autor contrasta la visión idealizada del campo que tienen los urbanitas con la realidad compleja y a menudo dura de la vida en contacto directo con la tierra. A través de un estilo ensayístico que mezcla investigación e imaginación, Martella explora las aspiraciones humanas y su búsqueda de significado, en analogía con el acto de plantar y cultivar, que se transforma en un acto de fe y paciencia.
Martella también recurre a figuras literarias como Samuel Beckett para ilustrar su punto de vista. Relata cómo Beckett, en un entorno bucólico en Ussy, se identificaba con un jardinero, subrayando la humildad y la simplicidad de aceptar el papel de la naturaleza en nuestra existencia. Además, menciona la relación con personajes históricos y literarios, y los mitos romanos de transformación, reflejando un entendimiento profundo de la vida y la muerte. Para Martella, los jardines insignificantes tienen su propia belleza, imperfecta y sincera, y representan la aceptación de lo que la vida nos ofrece, sin intentar controlar lo incontrolable.
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