Marc Márquez, el icónico piloto de motociclismo, ha vuelto a marcar un hito en su carrera al conquistar su séptimo título mundial en MotoGP en el circuito de Motegi, Japón. Este triunfo llega después de cinco años de lucha personal y profesional, en los que el piloto español enfrentó cuatro cirugías y una serie de lesiones que casi le apartan definitivamente del circuito. Con una voz entrecortada y sin poder contener las lágrimas, Márquez expresó su profunda satisfacción, afirmando que cada sacrificio valió la pena. Su retorno no solo es celebrado por la comunidad deportiva, sino que también reafirma su estatus como uno de los grandes del motociclismo, capaz de superar las adversidades más desafiantes. En sus palabras, muestra un hombre cuya determinación ha sido clave para resurgir, pese a las numerosas caídas y momentos de duda.
El camino de Márquez no ha sido una simple recuperación física; ha sido también un proceso de maduración personal. Decidió dejar de lado un contrato lucrativo en un equipo de élite para unirse a un equipo privado, demostrando que su pasión por pilotar prevalece sobre el interés económico. Este año, Marc ha mostrado una técnica impecable combinada con una estrategia de carrera madura, lo que le ha permitido arrasar en la temporada a una velocidad de vértigo, alcanzando hasta los 366,1 km/h en el circuito de Mugello, Italia. Marc Márquez ha recuperado no solo su confianza, sino también su lugar en la cima del motociclismo mundial, logrando cerrar este capítulo con una corona que muchos consideraban fuera de su alcance.
Leer noticia completa en El Pais.