Manolo el del Bombo, figura emblemática del fútbol español, convirtió su pasión por la selección en una forma de vida mucho antes de que el equipo nacional comenzara a cosechar victorias en los grandes campeonatos. Desde la década de los 80, su presencia en los estadios se ha caracterizado por el inconfundible sonido de su bombo, que acompaña y alienta a los jugadores y a la afición en cada encuentro. Manolo no solo es un aficionado, sino un símbolo de lealtad y devoción inquebrantable hacia la “Roja”. Su bar en Valencia se ha convertido en un santuario para los aficionados, donde se mezcla la historia del fútbol con la autenticidad de un fervor incontestable.
A lo largo de los años, la dedicación de Manolo ha trascendido fronteras y momentos difíciles, incluidos periodos en los que el éxito parecía esquivo para la selección. Sin embargo, su compromiso nunca flaqueó, convirtiéndolo en un amuleto de la buena fortuna durante los torneos más importantes. Su esfuerzo y entusiasmo contagioso han logrado mantener viva la pasión por el fútbol a lo largo de generaciones, convirtiéndolo en un referente del apoyo incondicional que trasciende las victorias y derrotas sobre el campo.
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