El zumbido de los drones fue lo único que rompió el silencio en Novi Sad mientras se conmemoraba el primer aniversario del trágico derrumbe de la estación de tren, que dejó 16 muertos. Este evento, ocurrido tras la reforma de dos empresas chinas, simboliza para muchos los efectos de la corrupción y la falta de transparencia en Serbia. Sin pronunciar palabra o desplegar pancartas, la manifestación reunió a decenas de miles de personas que expresaron su descontento con el gobierno. Los manifestantes, liderados por estudiantes, buscan la caída del presidente Aleksandar Vucic y su Partido Progresista Serbio, criticando la división y el odio que, según ellos, siembra este gobierno.
El movimiento, que ha convocado protestas consistentes, refleja un profundo deseo de cambio político. Los estudiantes, organizados y preparados tras realizar elecciones secretas para sus delegados, exigen elecciones anticipadas. Mientras planean presentar una alternativa creíble en futuras elecciones, su desafío es mantenerse unidos y superar la estrategia gubernamental de crear discordia. Con el apoyo de veteranos y la cobertura crítica de medios independientes, como United Media, buscan que la sociedad serbia recupere la libertad de expresión y debata temas polarizantes, como el reconocimiento de Kosovo, sin miedo. La participación europea es considerada crucial en su lucha por integrarse a la comunidad europea y fortalecer su posición frente al régimen cada vez más débil de Vucic.
Leer noticia completa en El Pais.


