El Teatro de la Zarzuela de Madrid ha abierto su temporada con un ambicioso programa doble, presentando dos icónicas zarzuelas: «El bateo» de Federico Chueca y «La revoltosa» de Ruperto Chapí. Ambas piezas, representativas del género chico, prometían una velada musical destacada con la inclusión de un terceto perdido de «La revoltosa», todo bajo la dirección escénica de Juan Echanove. Musicalmente, el espectáculo ha sido aclamado, gracias en gran parte a la dirección de Óliver Díaz y las interpretaciones de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el Coro del Teatro de la Zarzuela. El elenco, encabezado por Gerardo Bullón y Berna Perles, ha sido alabado por la calidad de sus interpretaciones vocales, proporcionando una experiencia auditiva excepcional.
No obstante, la puesta en escena ha generado opiniones encontradas. La producción ha optado por una modernización visual que, según la crítica, ha desviado la atención del público con una escenografía deslocalizada y vestuarios que contrastan con la esencia castiza de las zarzuelas. «El bateo» transporta al espectador a un Lavapiés no del todo reconocible, mientras que «La revoltosa» se presenta en un entorno que recuerda a un night-club del siglo pasado, generando confusión en relación al contexto original de la obra. Pese a estas discrepancias visuales, para aquellos que pueden abstraerse de ellas, el espectáculo ofrece un festín musical que celebra la riqueza y complejidad del género chico, reafirmando su lugar en la cultura española.
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