Nicolás Maduro ha asumido nuevamente la presidencia de Venezuela, autoproclamándose líder del país a pesar del resultado electoral adverso que favoreció a su rival Edmundo González Urrutia. La ceremonia de juramentación se llevó a cabo en la Asamblea Nacional, controlada por partidarios de Maduro, y contó con la presencia de su esposa, Cilia Flores, y de los hermanos Rodríguez, entre otros aliados. Aunque fue un acto rodeado de restricciones, ya que se prohibió el ingreso de periodistas, solo se permitió la entrada a fotógrafos y camarógrafos. Además, el evento se vio precedido por una serie de acciones represivas del régimen, como el cierre de la frontera con Colombia, argumentado por un supuesto intento de conspiración para facilitar el regreso de González Urrutia, quien permanece en el exilio en España tras sufrir persecución política.
El aislamiento internacional del gobierno de Maduro se ha intensificado, evidenciado por la ausencia de líderes latinoamericanos y el respaldo que ha recibido González Urrutia en su gira por varios países. Figuras políticas como el presidente argentino Javier Milei y el saliente presidente estadounidense, Joe Biden, han mostrado su reconocimiento y apoyo al líder opositor. Mientras tanto, las manifestaciones en las calles venezolanas reflejan la resistencia de un pueblo impaciente por un cambio político, liderado por figuras como María Corina Machado, quien fue liberada brevemente después de haber sido detenida por el régimen. Paralelamente, Estados Unidos ha incrementado sus sanciones contra el entorno de Maduro, ofreciendo una multimillonaria recompensa por su captura y la de otros altos funcionarios, lo que ilustra la creciente presión internacional sobre el gobierno venezolano, que sigue siendo repudiado como ilegítimo por gran parte de la comunidad internacional.
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