En una reciente declaración, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó a sectores que calificó de «fascistas» de promover el odio, la división y la intolerancia en el país. Maduro sostuvo que estos grupos buscan incitar a la violencia y que su comportamiento varía según las circunstancias, afirmando que actúan con bravura cuando están en grupo, pero se muestran cobardes en la derrota. Estas declaraciones se producen en un contexto de tensiones políticas y sociales en Venezuela, donde el oficialismo y la oposición se acusan mutuamente de incitar al desorden.
El mandatario hizo estas declaraciones en un momento en que su gobierno enfrenta múltiples desafíos en un clima de polarización y confrontación política. Maduro utilizó estos términos para desacreditar a sus adversarios políticos, caracterizándolos como elementos desestabilizadores que pretenden sembrar el caos en la sociedad venezolana. Sus palabras reflejan la estrategia retórica del régimen para consolidar su base de apoyo y deslegitimar a la oposición, en un escenario de crisis económica y sanciones internacionales que agravan la situación en el país.
Leer noticia completa en El Mundo.