La expansión de los centros de datos ya no es una tendencia exclusiva de Estados Unidos, sino que también está reconfigurando el panorama en Europa. Para el año 2025, se espera que Madrid ascienda con fuerza en este sector, rivalizando con las tradicionales capitales del FLAP-D (Frankfurt, Londres, Ámsterdam, París y Dublín). Ciudades como Múnich, Berlín, Varsovia, Milán, Zúrich y Marsella, junto con ubicaciones emergentes como Lisboa/Sines, Barcelona y Turín, están experimentando un auge debido a la disponibilidad de energía y terrenos.
El crecimiento de Madrid en el sector de centros de datos se debe a factores como la disponibilidad de energía, opciones de ampliación y una conectividad destacada. Esto la posiciona no solo como una alternativa, sino como un actor principal en la economía digital europea. Madrid ofrece baja latencia hacia Iberia, el norte de África y el resto del continente, convirtiéndose en un centro estratégico para el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), el cloud y el high-performance computing (HPC).
El dinamismo de Madrid ha impulsado el valor del suelo en anillos industriales periféricos, y la estabilidad regulatoria junto con su papel como hub financiero-empresarial la sitúan en una posición de ventaja frente a otras ciudades. De hecho, expertos como David Carrero, cofundador de Stackscale, destacan la importancia de Madrid en los mapas de expansión europea, ofreciendo energía, latencia y un ecosistema preparado para tecnologías avanzadas como la refrigeración líquida.
Otros puntos clave de la nueva geografía de centros de datos en Europa incluyen Milán y Turín que capitalizan su conectividad intraeuropea, y Marsella, que se fortalece como puerta mediterránea. Tanto el aumento en el valor del suelo como la especulación alrededor de los corredores de fibra reafirman que, donde hay megavatios y fibra, el atractivo se multiplica.
No obstante, la expansión de este sector también plantea retos, como la recalificación de suelos agrarios para usos digitales, lo que puede generar tensiones con las comunidades locales. Los expertos sugieren que, para que los proyectos tengan éxito, deben tener en cuenta tanto la viabilidad energética como la licencia social.
Ante esta situación, las empresas deben anticiparse y elegir proveedores que aseguren capacidad energética y escalabilidad en los próximos años. En este contexto, Madrid se posiciona no solo como un centro tecnológico de primer nivel, sino también como un lugar clave para transformar esta inversión en beneficios sociales, como formación y mejora de la infraestructura urbana.
La fiebre de centros de datos no solo reescribe el mapa europeo, sino que también redefine estrategias empresariales a largo plazo, donde la colaboración entre tecnología e infraestructura social es fundamental para alcanzar el éxito.
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