Conductores de transporte público han iniciado una serie de movilizaciones en demanda de mejoras en sus condiciones laborales, destacando la solicitud de un adelanto en la edad de jubilación y el reconocimiento legal de su trabajo como una labor «penosa». La iniciativa responde a la presión creciente que enfrentan estos trabajadores, quienes argumentan que las exigencias físicas y psicológicas de su rol impactan notablemente en su salud y bienestar a largo plazo. Los conductores, apoyados por los sindicatos, buscan que se reconozca la naturaleza extenuante de su labor, comparándola con otras profesiones ya catalogadas como de alto desgaste.
Durante las jornadas de protesta se han asegurado servicios mínimos para no afectar por completo a la ciudadanía que depende del transporte público. Si bien el paro persigue impulsar un diálogo con las autoridades para abordar sus demandas, hasta ahora las acciones se han basado en manifestaciones pacíficas y diálogos abiertos. Las organizaciones sindicales advierten que, de no obtener una respuesta satisfactoria, las medidas podrían intensificarse. Este movimiento pone de relieve la creciente preocupación por las condiciones de trabajo en sectores críticos, y añade presión al debate sobre la reforma laboral y de pensiones en el país.
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