Madrid ha vuelto a rendir tributo a quienes han sufrido el flagelo del terrorismo, con un emotivo acto de homenaje a Ana María Vidal-Abarca en el que el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, ha descubierto una escultura en su memoria. Vidal-Abarca, una de las fundadoras de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y presidenta de la misma entre 1989 y 1999, fue una figura clave en el apoyo a las víctimas del terrorismo, promoviendo su visibilidad y el reconocimiento institucional. Su trágica experiencia personal, marcada por el asesinato de su esposo, el comandante Jesús Velasco, a manos de ETA el 10 de enero de 1980, fue el detonante de su incansable lucha por la justicia y el apoyo a los afectados.
El evento, que se llevó a cabo en el emblemático parque del Retiro, contó con la presencia de destacados miembros del consistorio madrileño, incluyendo a Marta Rivera de la Cruz, Delegada de Cultura, Turismo y Deporte, y Andrea Levy, concejala de Retiro. La familia de Vidal-Abarca también asistió a la ceremonia, donde se destacó el valiente testimonio de una mujer que nunca guardó silencio y cuyo esfuerzo permitió que la sociedad pusiera su atención en las víctimas del terrorismo. El alcalde Almeida subrayó que es crucial recordar a figuras como Vidal-Abarca, quienes, desde la serenidad y no el rencor, simbolizaron la lucha colectiva contra el terrorismo en una de las capitales europeas más castigadas por este flagelo.
La escultura, obra del reconocido escultor Víctor Ochoa, fue donada por la Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado Víctimas del Terrorismo (AFCSETVT). Se emplaza en la Puerta del Niño Jesús del parque del Retiro, cerca de la plaza del Niño Jesús, lugar donde en 2022 se instaló una placa en homenaje a Vidal-Abarca, tras un acuerdo unánime de todos los grupos políticos en el Pleno del distrito de Retiro.
Vidal-Abarca, junto con Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O’Shea, fundó la AVT en 1981 con el objetivo de brindar apoyo a las víctimas, en un tiempo en que ser víctima del terrorismo significaba a menudo enfrentar el olvido y el miedo. Su liderazgo en la AVT y más tarde en la Fundación Víctimas del Terrorismo, cargo que ocupó hasta 2005, dejó un legado perdurable en la defensa de los derechos y la memoria de las víctimas. Aunque nunca volvió a residir en el País Vasco, Ana María Vidal-Abarca vivió en Madrid hasta su fallecimiento el 15 de junio de 2015, dejando tras de sí una estela de valentía y resistencia en la lucha contra el terrorismo y por la dignidad de sus víctimas.