Cuando su hija de 11 años, Noel-Dina, presentó fiebre y un dolor abdominal insoportable, Oriata, una madre haitiana, la llevó al hospital más cercano. Su estado era tan crítico que tuvo que cargarla en brazos. «Estaba muy preocupada y pensé que la iba a perder», recordó Oriata, afectada por la angustia del momento. Ese día, el diagnóstico de cólera alteró sus vidas para siempre.
En el barrio rural de Grand-Goâve, donde reside Oriata, la falta de instalaciones sanitarias básicas es alarmante, lo que facilita la propagación de enfermedades. «No teníamos más remedio que hacer nuestras necesidades al aire libre. Así es como la enfermedad entró en nuestras vidas», explicó.
El cólera se ha extendido por Haití con más de 3,100 casos sospechosos registrados este año. Entre el 21 y el 25 de septiembre, se notificaron 40 nuevos casos y tres muertes en Pétion-Ville. La mayoría de los afectados son jóvenes adultos, incrementando el riesgo de propagación.
Ante esta situación, la Oficina de Coordinación de la Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA) colabora con las autoridades locales para gestionar la crisis. «Estamos comprometidos con un seguimiento riguroso y una rápida movilización para reducir el riesgo», manifestó Stéphane Dujarric, portavoz de la organización.
La recuperación de Noel-Dina impulsó a su madre a la acción. Aprendiendo sobre la importancia de las letrinas, Oriata comenzó a cavar un pozo en su patio. Pronto, su iniciativa atrajo la atención de la comunidad. Se involucró en actividades de sensibilización, fomentando la construcción de letrinas y desatando un movimiento comunitario. «Cuando alguien no podía continuar excavando, nos reuníamos para ayudar», señaló Oriata.
Hoy, en su barrio ya no se perciben malos olores. Noel-Dina, recuperada y enfocada en sus estudios, expresa su orgullo. «Ahora tenemos una letrina en casa y me alegra que mi madre la haya construido. Lo hizo por mí y por todos», dijo.
Las acciones en Grand-Goâve se replican en otras comunidades, apoyadas por UNICEF y autoridades locales. Cerca de 3,000 hogares ahora cuentan con letrinas seguras y se han formado 30 clubes de higiene. Oriata, reflejando la esperanza renovada en su comunidad, afirmó: «Antes había bacterias por todas partes y los niños se enfermaban a menudo. Ahora están más sanos y más felices».