Las peticiones para la liberación del blogger, programador y activista británico-egipcio Alaa Abd El-Fattah continúan intensificándose, mientras su madre, Laila Soueif, atraviesa un crítico estado de salud como consecuencia de una prolongada huelga de hambre. Soueif, de 68 años, optó por esta drástica medida en septiembre para protestar por el encarcelamiento de su hijo y subrayar la falta de progreso en conseguir su liberación. Durante estos cuatro meses, ha sobrevivido únicamente con agua, café, té y sales de rehidratación, situación que ha debilitado severamente su condición física.
La familia de Alaa y sus seguidores globales viven momentos de desesperación, pese a los esfuerzos del primer ministro británico Keir Starmer y del secretario de Relaciones Exteriores, David Lammy, quienes han manifestado su compromiso con la causa. No obstante, la información sobre las conversaciones con el gobierno egipcio ha sido limitada. Aunque Starmer se dirigió a Soueif asegurando su preocupación, no ha concretado una reunión con ella.
Las gestiones diplomáticas del primer ministro incluyeron diálogos con el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi durante el verano pasado y en diciembre, aunque la cuestión de Abd El-Fattah no fue mencionada en la cumbre del G20 de noviembre. Frente a esta realidad, Soueif expresó desesperanza, afirmando que no puede esperar más debido al delicado estado de su salud.
Por su parte, David Lammy resaltó en enero su prioridad de liberar a Alaa, tras reunirse con su homólogo egipcio y discutir la situación en El Cairo. Sin embargo, las autoridades egipcias no han liberado a Abd El-Fattah, quien debería haber salido en libertad el 29 de septiembre, luego de cumplir cinco años de condena por compartir información sobre un caso de muerte bajo custodia policial.
El caso de Alaa ha concitado atención internacional. Personalidades como el periodista Peter Greste han mostrado su solidaridad con Soueif, sumándose a una huelga de hambre de 21 días. Figuras públicas egipcias también han solicitado al presidente al-Sisi la liberación del activista, argumentando que tal medida sería no solo un gesto humanitario sino también un paso hacia un ambiente político más abierto al diálogo.
Organizaciones internacionales han urgido al gobierno británico a tomar medidas rápidas, señalando que el caso de Alaa representa un test de su compromiso con los derechos humanos. La situación crucial en la que se encuentran Alaa y su madre coloca una presión adicional sobre Reino Unido, instando a sus dirigentes a actuar con determinación frente a este creciente llamado global por justicia.