En 2024, el presidente francés Emmanuel Macron enfrentó uno de sus años más desafiantes, destacando una serie de eventos políticos y económicos que pusieron a prueba su liderazgo. En junio, las elecciones europeas revelaron una alarmante inclinación de los votantes hacia los extremos políticos, con más de la mitad del electorado optando por partidos de ultraderecha o ultraizquierda, inclinaciones que Macron intentó contrarrestar al anticipar las elecciones legislativas. Aunque logró impedir que el partido de Marine Le Pen se apoderara del liderazgo, el movimiento resultó en un debilitamiento de su mayoría y una inesperada victoria del Nuevo Frente Popular, una coalición de izquierda. Para formar un nuevo gobierno, Macron designó a Michel Barnier como primer ministro, una decisión que causó controversia por no respetar la voluntad popular, pero fue capaz de eludir una moción de censura gracias a la abstención estratégica de la Agrupación Nacional.
En el panorama económico, Francia enfrenta una situación crítica con una deuda que alcanza el 113% del PIB y un aumento en el déficit público al 5.5%. Barnier ha anunciado que el país tomará medidas drásticas, incluyendo subidas de impuestos para recaudar 25,000 millones de euros, lo cual genera descontento incluso entre los seguidores de Macron. Las controversias internacionales también se intensificaron, como las declaraciones de Macron sobre el cese de venta de armas a Israel, que tensionaron las relaciones con la influyente comunidad judía en Francia. Mientras tanto, Marine Le Pen mantiene su postura fuerte, anticipando nuevas elecciones y cuestionando la legitimidad del actual gobierno. Con la preparación para posibles elecciones en menos de un año, la líder ultraderechista busca venganza política, teniendo como meta última la presidencia en el 2027, capitalizando las debilidades de Macron y su administración.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.