El presidente de Francia enfrenta actualmente una caída significativa en su popularidad, alcanzando su nivel de respaldo más bajo desde la crisis de los «chalecos amarillos» en 2017. Solo el 15% de los ciudadanos expresan apoyo a su gestión, una cifra que refleja el creciente descontento entre la población. Las recientes reformas y políticas económicas parecen haber tenido un impacto negativo en su aceptación, generando críticas tanto de la oposición como de su propia base electoral.
Los analistas sugieren que la disminución del respaldo podría complicar los esfuerzos del mandatario para implementar nuevas iniciativas y frenar el avance de sus oponentes políticos. Además, esta situación podría tener consecuencias para su partido en las próximas elecciones. El descontento social, que resurge en diversas manifestaciones y protestas, presiona al gobierno a responder de manera efectiva para recuperar la confianza del electorado y evitar una mayor erosión de su capacidad de liderazgo.
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