El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha insinuado una serie de medidas en respuesta a la amenaza del presidente estadounidense Donald Trump de imponer un arancel del 50% a las exportaciones brasileñas a partir de agosto. Lula ha defendido la reciprocidad, sugiriendo que Brasil podría imponer el mismo porcentaje si Trump sigue adelante. Sin embargo, también ha mencionado alternativas como recurrir a la Organización Mundial del Comercio y exigir explicaciones directamente de la Casa Blanca. Lula ha señalado la responsabilidad de Jair Bolsonaro en este conflicto, acusando al exmandatario y a su entorno de instigar medidas que perjudican a Brasil y utilizar el castigo arancelario como una estrategia política para influir en las elecciones de 2026.
El gobierno brasileño, liderado por el vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, Geraldo Alckmin, está evaluando las posibles acciones ante lo que consideran «una injerencia» en la política interna del país. Las reuniones en Brasilia son incesantes, mientras que el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, aboga por el diálogo con Washington. Por su parte, Gleisi Hoffmann ha calificado la amenaza de arancel como «el mayor ataque contra Brasil en tiempos de paz». La tensión se incrementa con la salida de Bolsonaro, que, a pesar de su inhabilitación política, sigue siendo un actor relevante, en medio de la discusión arancelaria. El conflicto se complica por un supuesto error en las estadísticas comerciales manejadas por Trump, ignorando que Estados Unidos mantiene un superávit comercial con Brasil.
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