El principal candidato a suceder al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha anunciado una ambiciosa reforma fiscal que podría alterar significativamente la carga tributaria actual. Según el plan presentado, diez millones de contribuyentes quedarían exentos de pagar impuestos, mientras que dieciséis millones adicionales verían reducida su carga fiscal. Este anuncio se produce en un contexto económico desafiante para Brasil, donde la necesidad de reactivar el crecimiento económico y aliviar la presión sobre las clases trabajadoras ha sido una prioridad en el discurso político.
La propuesta ha generado tanto expectativas como escepticismo entre los distintos sectores de la sociedad brasileña. Los defensores argumentan que estas medidas podrían estimular el consumo y fomentar la inversión al mejorar el poder adquisitivo de millones de ciudadanos y fortalecer la clase media. Sin embargo, los críticos advierten sobre el impacto potencial en los ingresos del gobierno y subrayan la necesidad de implementar mecanismos que compensen la disminución de la recaudación fiscal. Este anuncio marca el inicio de lo que se prevé sea un intenso debate sobre la viabilidad y sostenibilidad de la reforma en uno de los países con la estructura fiscal más compleja de la región.
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