La dirigencia de Morena enfrenta una creciente controversia debido a las vacaciones ostentosas de algunos de sus miembros, que han sido percibidas como incompatibles con el mensaje de austeridad del partido. Andrés Manuel López Beltrán, entre otros destacados miembros, fue visto en un lujoso hotel en Tokio, desencadenando críticas y una respuesta contundente de la dirigente del partido, Luisa María Alcalde. En un acto en Querétaro, Alcalde enfatizó que los representantes de Morena deben actuar con humildad y advirtió sobre las consecuencias políticas de no adherirse a estos principios. La situación se complica debido a los vínculos con el narcotráfico de un antiguo jefe de seguridad vinculado a otro alto perfil del partido, lo que pone un reto adicional para la gira de fortalecimiento que realiza el partido.
Alcalde, intentando controlar el daño, ha subrayado que los viajes no se financian con dinero público, desmarcándose así de prácticas del pasado y enfatizando la diferencia con administraciones anteriores. Sin embargo, instó a evitar lujos innecesarios para mantener la congruencia con la filosofía del partido. Esta presión busca reorientar el comportamiento de los funcionarios de Morena hacia la «justa medianía», un principio constante en los discursos de la dirigencia. Otros miembros, como el legislador Pedro Haces, justifican sus viajes y gastos mediante ingresos propios, aunque estos argumentos no han aplacado las preocupaciones sobre la imagen pública del partido.
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