Los medios de comunicación han rendido homenaje al diseñador italiano Giorgio Armani, quien falleció a los 91 años, dejando un legado marcado por la calidad de los tejidos y una especial elegancia en la sobriedad. Su fallecimiento invita a reflexionar sobre la esencia de la elegancia, un concepto que va más allá de la mera moda. Filósofos como Oscar Wilde han asociado la verdadera elegancia con la belleza perdurable, en contraste con las tendencias efímeras que caracterizan a la moda. Para Wilde, la elegancia representa una manifestación del genio y se relaciona con un enfoque artístico y personal de la vida.
Armani también compartía con Wilde esta visión de la elegancia, fundamentada en la economía estética y un clasicismo equilibrado. En su visión, la elegancia surge de la personalidad, el autoconocimiento y la capacidad de vestirse de manera que refleje el propio estilo, más allá de las tendencias. La verdadera elegancia, para Armani, no solo radica en la elección de las prendas, sino también en el cuidado del cuerpo y el equilibrio psico-físico. Su vida fue un testimonio de su filosofía: un hombre que priorizaba la serenidad sobre la búsqueda del éxito ruidoso, y cuya voz perdura en cada prenda elegida con intención.
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