El lunes en Madrid comenzó con un sol primaveral, pero pronto se tornó un día caótico y desesperante. Un apagón masivo paralizó la ciudad, brindando una postal de atascos interminables y frustración. El tráfico habitual entre Pozuelo de Alarcón y el barrio de Argüelles se convirtió en un trayecto de horas, evocando la sensación de una Operación Retorno o una nevada inesperada. Sin comunicaciones, con las cámaras de tráfico inoperativas, y la Policía tratando de controlar el caos, los conductores atrapados en la M-40 sumaban a la confusión. La desesperación se palpaba en situaciones como la del conductor de un camión sin gasolina que abandonó su vehículo para buscar una solución, mientras la niebla de polvo de un coche de Policía camuflado hacía toser a los peatones cercanos.
Las calles se vieron invadidas por peatones que optaban por caminar ante la imposibilidad de que el tráfico fluyera, mientras los autobuses permanecían abarrotados o no llegaban. En el corazón de la ciudad, quienes iban en VTC o taxis decidieron bajar y continuar a pie. Terrazas llenas de personas comentaban la situación mientras las familias intentaban cargar sus móviles en los coches y escuchar la radio en busca de novedades. La tensión se mantuvo durante casi diez horas hasta que, inesperadamente, el suministro eléctrico se restauró alrededor de las 22:00 horas, siendo recibido con vítores por los vecinos que, hasta entonces, cenaban a la luz de las velas.
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