La rifa popular conocida como «jogo do bicho» es un fenómeno profundamente arraigado en Río de Janeiro desde hace más de un siglo. Aunque comenzó como una forma de entretenimiento local, la actividad se ha transformado en un negocio multimillonario controlado por poderosas mafias organizadas. Estas organizaciones han mantenido la rifa en la clandestinidad, operando fuera del marco legal pero con una estructura bien definida. Entre sus líderes destaca la figura de un ex militar de la dictadura brasileña, quien ha ejercido un control férreo sobre el negocio, asegurando su continuidad y expansión en el tiempo.
Pese a su ilegalidad, el «jogo do bicho» goza de una popularidad masiva, atrayendo a jugadores de diferentes estratos sociales que buscan la suerte en sus apuestas diarias. Sin embargo, esta popularidad también contribuye a perpetuar las redes de corrupción y violencia que sostienen el negocio. Las apuestas mueven millones al año, una cifra tentadora que alimenta no solo a los líderes mafiosos, sino también a un sistema económico paralelo en la ciudad. La persistencia de esta práctica refleja tanto el ingenio y la tradición popular como el desafío constante que su represión supone para las autoridades brasileñas.
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