En medio de la cruzada del presidente colombiano Gustavo Petro contra la administración privada de recursos públicos, la Fundación Batuta, dedicada a la educación musical para niños vulnerables, enfrenta una crisis que amenaza su continuidad. Fundada en 1991 con un modelo público-privado para ofrecer alternativas a jóvenes en contextos de pobreza y violencia, Batuta ha advertido que podría desaparecer por un recorte de financiamiento del Ministerio de las Culturas. Mientras el gobierno impulsa su programa «Artes para la Paz», que busca democratizar la educación artística en colegios, críticas han surgido sobre la supuesta burocracia y la sostenibilidad del nuevo proyecto, especialmente ante un posible cambio de administración el próximo año.
La polémica se intensificó con el rechazo gubernamental al modelo de financiación de Batuta, acusando una desproporcionada dependencia del Estado y sugiriendo que los altos sueldos directivos deben ajustarse o buscar más apoyo privado. Ante la reducción presupuestaria tras el fracaso de una reforma tributaria, Batuta lanzó una campaña para recaudar fondos y seguir operando. En medio de las tensiones, el presidente Petro y la ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, han defendido las acciones del gobierno, subrayando una necesaria revisión y diversificación en el apoyo a la educación artística. Sin un acercamiento evidente entre las partes, la sociedad civil ha respondido organizando eventos como el «Desconcierto Nacional» para apoyar a la fundación.
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