El nuevo primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, enfrenta un complicado inicio en su mandato. A dos semanas de asumir el cargo, aún no ha formado gobierno y ya se encuentra bajo la presión de las protestas sindicales. La situación se intensificará con una nueva movilización convocada para el 2 de octubre, coincidiendo con el reinicio de la actividad parlamentaria. Los sindicatos, insatisfechos tras una reunión con Lecornu, exigen el abandono del presupuesto impulsado por su antecesor, François Bayrou, que contempla recortes significativos para reducir la deuda nacional. Este plan presupuestario, que ya había generado fuertes tensiones y manifestaciones, fue un factor decisivo para la caída de Bayrou.
Las protestas continúan en aumento, respaldadas por partidos de izquierda como La Francia Insumisa, y han logrado movilizar a más de un millón de personas en ocasiones anteriores, según los organizadores sindicales. Mientras Lecornu promete una ruptura con las políticas anteriores, su falta de acciones concretas genera frustración. Entre las inquietudes destaca el temor por la supresión de puestos de funcionarios y la congelación del gasto en 2026. Además, se discute la posibilidad de un nuevo impuesto a las grandes fortunas, conocido como la tasa Zucman, que toma protagonismo en las demandas sociales. Con el presupuesto del país en juego, la respuesta de Lecornu será crucial, y se espera que realice anuncios importantes en los próximos días.
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