La salud de Donald Trump ha generado un intenso debate en Estados Unidos, especialmente después de sus recientes apariciones públicas que han suscitado preocupación. La atención se ha centrado en varios síntomas inusuales, incluidos hematomas en sus manos, una boca torcida y problemas de estabilidad al hablar en público, lo que ha avivado especulaciones sobre un posible deterioro de su estado de salud. A pesar de que la Casa Blanca atribuye las manchas a «apretones de manos frecuentes» y el uso de aspirinas, el médico personal de Trump ha confirmado un diagnóstico de insuficiencia venosa crónica, común entre personas mayores, lo que ha añadido más dudas al tema.
Además de los síntomas físicos, las ausencias del expresidente han alimentado las conjeturas. Por ejemplo, su notoria falta durante el fin de semana del Día del Trabajo en agosto levantó rumores hasta sobre su estado vital en las redes sociales. Esta combinación de anomalías físicas y eventos faltantes ha llevado a un escalofrío generalizado entre los sectores políticos y mediáticos del país, al tiempo que los analistas se preguntan sobre el impacto que estos problemas de salud podrían tener en su futuro y en el próximo ciclo electoral.
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