En un sorprendente giro en la guerra civil siria, las fuerzas rebeldes han logrado conquistar la ciudad de Alepo, una victoria que por años parecía inalcanzable debido a la superioridad aérea del régimen de Bashar Asad apoyado por Rusia. Este éxito se debe en gran medida al uso de sofisticados drones Shaheen, que han permitido a los rebeldes no solo vigilar y reconocer posiciones enemigas, sino también llevar a cabo ataques efectivos a larga distancia. La transformación de estos aparatos en drones kamikazes fue fundamental para la ofensiva relámpago que obligó a las tropas gubernamentales a retirarse, dejando atrás armamento pesado y territorios antes controlados. Esta toma de Alepo ha sido vista como un golpe inesperado para Rusia e Irán, quienes han sido aliados clave del régimen sirio.
El uso estratégico de drones suicidas por parte de la brigada Hayat Tahrir al Sham, una facción prominente dentro de los rebeldes, ha llevado las líneas del frente hasta las provincias de Hama y Homs, donde ya se desarrollan intensos combates. Según algunos expertos, como Farzin Nadimi, la implicación de innovaciones en tecnología bélica y entrenamiento intensivo, posiblemente influido por tácticas ucranianas, han convertido a los drones FPV en multiplicadores de fuerza cruciales en este conflicto. Aunque se especula sobre el posible apoyo extranjero, particularmente de Ucrania, otras fuentes señalan que el mercado negro y el contrabando desde Turquía son suficientes para explicar la adquisición y desarrollo de este armamento por parte de los insurgentes sirios. Esta nueva dinámica en el campo de batalla podría redefinir el equilibrio de poder en Siria, mostrando una vez más cómo las tecnologías modernas están transformando la guerra.
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