El Partido Republicano, con Donald Trump a la cabeza por tercera vez consecutiva, ha logrado una victoria significativa al recuperar el control del Ejecutivo y asegurar avances en el Legislativo, desplazando a los demócratas del control del Senado. Los republicanos han conseguido superar la barrera de los 51 escaños en el Senado después de ganar en Virginia Occidental y Ohio, lo que les permitirá implementar con mayor facilidad la agenda política de Trump, incluyendo la aprobación de secretarios y jueces, entre ellos posibles nuevas designaciones en el Tribunal Supremo. Esta supremacía republicana en el Senado representa un cambio crucial después de cuatro años de predominio demócrata, lo que podría facilitar a Trump impulsar su plan de gobierno sin grandes restricciones.
En la Cámara de Representantes, los republicanos también están cerca de consolidar una mayoría, lo que les permitiría controlar ambas cámaras del Congreso. La salida del veterano líder Mitch McConnell del Senado abre la puerta a una nueva pugna interna por el liderazgo, con posibles candidatos como John Thune, John Cornyn y Rick Scott. Sin embargo, lograr una mayoría suficientemente holgada será clave para superar obstáculos legislativos que requieren más de 60 votos, especialmente en asuntos de financiación gubernamental. A pesar de este cambio, algunos republicanos, como Susan Collins y Lisa Murkowski, podrían distanciarse de ciertas políticas de Trump, tal como ocurrió en su primer mandato. La nueva mayoría republicana apunta a centrarse en políticas que prioricen la reducción de gastos, seguridad fronteriza y autonomía energética, según declaraciones de John Barrasso. La dinámica política actual deja entrever un panorama de transformaciones y desafíos en los próximos años en el escenario político estadounidense.
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