La industria alimentaria ha adoptado el término «casero» para productos fabricados en naves industriales, desafiando la lógica de lo que realmente significa un alimento hecho en casa. Este fenómeno es particularmente evidente en el mercado del tomate frito, donde muchas marcas ofrecen versiones etiquetadas como «de estilo casero» junto a su producto estándar. Esta estrategia de marketing busca capturar el atractivo de lo artesanal y lo hecho en casa, aunque su producción a gran escala dista mucho de la preparación tradicional que los consumidores podrían esperar.
Para arrojar luz sobre la calidad real de estos productos, Alberto García Moyano, de En Ocasiones Veo Bares y colaborador de El Periódico de Catalunya, realizó una cata a ciegas de nueve marcas de tomate frito. La lista incluye conocidos nombres del mercado como Gallina Blanca, Helios, Hero, y Orlando, entre otros. Este análisis busca discernir la autenticidad del sabor «casero» que estas versiones comerciales prometen, ofreciendo una guía a los consumidores interesados en acercarse lo más posible a la experiencia de un tomate frito hecho en casa.
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