El apagón que ha impactado a numerosos comercios en el centro de Madrid ha generado una situación de incertidumbre y complicaciones para trabajadores y clientes por igual. Supermercados y carnicerías, preocupados por mantener la refrigeración de productos frescos, enfrentan desafíos significativos. José, carnicero en el mercado de Antón Martín, señala la dificultad de preservar el género recién recibido, mientras que Roberto, responsable de un supermercado, duda de la capacidad de su equipo para sostener el frío durante un tiempo prolongado. La situación se agrava con el paso de los minutos, provocando nerviosismo al estar inaccesibles para los consumidores, especialmente al tratarse de bienes de primera necesidad.
En el sector de hostelería, bares como el de Jairo cerca de Atocha ven interrumpido su servicio, limitados al pago en efectivo y preocupados por la conservación de alimentos. En la emblemática Gran Vía, la actividad comercial se paraliza, con tiendas de ropa y otros negocios cerrando por falta de sistemas operativos para transacciones. Rosalía, dependienta de una tienda de complementos, describe un establecimiento a oscuras y vacío, mientras los turistas afectados por la situación buscan respuestas en diversas tiendas y hoteles de la ciudad. La falta de sistemas automatizados obliga a recepcionistas como José Luis a registrar manualmente los datos de los clientes, elevando la complejidad de las operaciones diarias y alimentando la incertidumbre sobre la duración del apagón.
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