En los últimos tiempos, el uso de chatbots de inteligencia artificial (IA) para mantener conversaciones sexuales ha crecido, especialmente entre jóvenes, quienes encuentran en estas herramientas una vía para explorar su sexualidad en línea. Robin, una joven argentina, se encontró inicialmente con restricciones al intentar tener un intercambio sexual explícito con ChatGPT, pero otros usuarios, como Samuel de Colombia, han logrado superar estos límites adoptando un enfoque más sutil y estratégico. La tendencia ha despertado el interés de medios como EL PAÍS, que ha confirmado que varios jóvenes utilizan estas plataformas para el sexting, lo que plantea interrogantes sobre si esta práctica podría llegar a ser tan popular como la pornografía tradicional.
Las empresas de tecnología están al tanto de este fenómeno, reconociendo que sus chatbots pueden ser usados para tales interacciones. Sam Altman, ejecutivo de OpenAI, ha admitido la capacidad de estas IA para generar contenido sexual. Sin embargo, esto también ha suscitado preocupaciones sobre los efectos emocionales y educativos que estas conversaciones podrían tener, especialmente entre adolescentes. Expertos como Jessica Szczuka resaltan los peligros de la falta de regulación y protección adecuada, mientras que investigadoras como Chloé Locatelli advierten sobre la perpetuación de estereotipos en estas interacciones. La evolución de estos chatbots no solo abre nuevas posibilidades de personalización e interactividad, sino que también pone sobre la mesa la necesidad de discusiones más profundas sobre la ética y la privacidad en la era digital.
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