El 10 de enero, Nicolás Maduro juró como presidente de Venezuela en el Palacio Federal Legislativo, aferrándose al poder a pesar de las actas que certifican su derrota en las presidenciales del 28 de julio pasado. La oposición, liderada por el vencedor Edmundo González Urrutia, aún espera que asuma el cargo que considera le fue usurpado. Maduro fue acompañado por su esposa Cilia Flores y su hijo Nicolasito, ambos integrantes de su círculo más cercano junto con los hermanos Rodríguez, Vladimiro Padrino López y Diosdado Cabello. Este entramado de lealtades está tejido principalmente por intereses económicos que han permitido a los aliados del mandatario beneficiarse de su permanencia en el poder, formando una estructura que promete derrumbarse si Maduro cae.
Cilia Flores, reconocida como la ‘primera combatiente’, desempeña un papel fundamental en el régimen, presentándose como la estratega detrás de la consolidación de Maduro en el poder. Con un pasado ligado a Hugo Chávez, quien fue defendido por ella en los años 90, Flores ha escalado posiciones, llegando a ser la primera mujer presidenta de la Asamblea Nacional y actualmente diputada. Mientras, la posible sucesión de poder por medio de su hijo, Nicolasito, es una preocupación creciente entre la oposición, dadas sus polémicas actuaciones y sanciones internacionales en su contra. Los hermanos Rodríguez han demostrado su habilidad para ser piezas clave en el gobierno de Maduro, con Delcy ejerciendo como vicepresidenta y Jorge liderando la Asamblea Nacional. En tanto, Padrino López y Diosdado Cabello mantienen cruciales roles en el ejército y seguridad del estado, siendo vitales para la supervivencia del mandatario en el panorama político actual.
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