En la cumbre de los BRICS celebrada en Río de Janeiro, el bloque que agrupa a potencias emergentes y países del Sur Global, mostró su apoyo a Irán condenando los ataques militares contra este país, sin identificar explícitamente a Israel y Estados Unidos como responsables. La declaración final criticó también los ataques continuos contra Gaza y el uso del hambre como arma de guerra, al tiempo que se omitió una postura clara sobre la guerra en Ucrania. La reunión, deslucida por la ausencia del presidente chino Xi Jinping, destacó los desafíos del consenso entre sus miembros, abordando temas como la escalada de tensiones en Oriente Próximo y la apuesta por una solución de dos Estados en el conflicto palestino-israelí.
El anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, describió a los BRICS como sucesores del movimiento de países no alineados, reivindicando un multilateralismo reformado. La declaración de los BRICS refleja la dificultad de alcanzar acuerdos dentro de un grupo heterogéneo que representa a la mitad de la población mundial pero con intereses variados. En un momento en que países como India, Brasil y Rusia enfrentan tensiones con Occidente, la ampliación del bloque en 2023 ha añadido complejidad a su dinámica interna. Lula aboga por una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para incluir a representantes del Sur Global, cuestionando las prioridades políticas de Occidente y la influencia de la OTAN en la carrera armamentística global.
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