Los familiares de los rehenes expresan una creciente preocupación por la seguridad de sus seres queridos, temiendo que su situación ahora sea más peligrosa que nunca. Las negociaciones parecen haberse estancado, lo que ha generado inquietud entre los allegados, quienes consideran que el riesgo de represalias por parte de los captores podría aumentar significativamente. La falta de avances concretos y la reciente escalada de tensiones han contribuido a un ambiente de ansiedad e incertidumbre sobre el bienestar de los rehenes.
En medio de estas circunstancias, los familiares han instado a las autoridades a redoblar esfuerzos diplomáticos y tácticos que puedan facilitar una resolución segura y pronta. Mientras tanto, se mantienen vigilantes, buscando apoyo tanto a nivel nacional como internacional para mantener la presión sobre los responsables del secuestro. Temen que cualquier movimiento en falso podría desencadenar consecuencias irreparables, aumentando la vulnerabilidad de sus seres queridos.
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