La transformación interna de Intel ha comenzado bajo la dirección de Lip-Bu Tan, que asumirá el cargo de CEO en marzo de 2025. En medio de un contexto de pérdidas y desafíos competitivos, Tan ha definido una nueva estrategia centrada en «menos capas, más ingeniería; menos burocracia, más silicio». Este enfoque busca revitalizar la empresa a través de dos pilares: la inteligencia artificial (IA) y el negocio de fundición para terceros.
La reorganización interna ha sido fundamental. Tan ha reducido las capas de gestión para dar más protagonismo a los líderes técnicos, reforzando el papel de la investigación y desarrollo. La hoja de ruta es clara: acelerar el ciclo de diseño y fabricación, y enfocar la inversión en áreas donde Intel tiene potencial de diferenciación.
La IA se posiciona como un componente esencial en todos los ámbitos, desde PCs hasta centros de datos, integrando aceleradores y herramientas avanzadas. El negocio de fundición, IFS, se proyecta como un área estratégica, con planes de convertir a Intel en un proveedor competitivo de nodos avanzados para clientes externos, apostando por la capacidad y fiabilidad en suelo estadounidense.
Sin embargo, el contexto actual presenta sus propios desafíos. AMD y NVIDIA han avanzado significativamente, mientras Intel ha enfrentado retrasos y ejecución irregular en diversas áreas. Esto, sumado a la entrada del Gobierno de EE.UU. con una participación del 10% en la empresa, añade una dimensión política y financiera que respalda la estrategia de Tan pero también genera interrogantes sobre la futura gobernanza.
Internamente, los cambios se materializan en un acortamiento de la cadena de mando y un enfoque en la credibilidad con los clientes. Cumplir con los plazos de entrega y calidad es imperativo para recuperar la confianza.
Vigilancia constante sobre la ejecución será crucial. Los riesgos incluyen el cumplimiento del calendario de nodos, la cartera de clientes de IFS, la eficacia en productos de IA y la gobernanza con el Estado como accionista. Retener y atraer talento en medio de esta transformación también será esencial.
Para el sector, el éxito de esta estrategia podría redefinir el panorama competitivo, introduciendo a Intel como un jugador renovado en la industria de semiconductores con capacidades avanzadas. Por el contrario, un fallo podría reiterar errores del pasado, incrementando los costos sin lograr la escala necesaria.
El futuro de Intel ahora se juega en el terreno de la ingeniería y la ejecución, donde la narrativa no basta; el verdadero éxito dependerá de la capacidad de entregar resultados concretos y a tiempo.
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