La semana de diálogos amazónicos en Bogotá, antes de la esperada Cumbre de Presidentes, destacó las preocupantes contradicciones en la región. Mientras la Amazonia enfrenta serios desafíos como conflictos armados ilegales y riesgo ambiental, sigue siendo la esperanza de acción climática en Latinoamérica. La falta de coordinación entre los gobiernos de la región contrasta con los esfuerzos de redes cívicas y científicas que buscan soluciones colaborativas, demostrando que las fronteras no deben ser un obstáculo para la cooperación ambiental. La reunión evidencia un panorama complejo que va más allá de los compromisos que los líderes de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) puedan formalizar.
Un informe de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible advierte sobre la presencia de 17 grupos armados en la región noroccidental de la Amazonia, alimentando la violencia y la degradación ambiental. La minería ilegal y la contaminación, especialmente por mercurio, agravan la situación, mientras las políticas nacionales son insuficientes y varían entre países. La comunidad indígena y organizaciones como Amazon Watch exigen un enfoque unificado que impulse la Amazonia como territorio libre de combustibles fósiles. Estas demandas, respaldadas por diversas entidades, requieren que las autoridades implementen estrategias de cooperación y restauración ambiental para abordar los desafíos compartidos de forma efectiva.
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