En un acto cargado de simbolismo, el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, destacó la importancia de la «unidad islámica» en un inusual discurso que pronunció en dos idiomas, persa y árabe, durante la oración del viernes en Teherán. Este acto, en memoria de Hasan Nasralá, líder de Hizbulá recientemente eliminado por un ataque israelí, subrayó la conexión entre Teherán y la micromunidad chií liderada por los ayatolás, en un contexto de tensiones crecientes en la región. La visita del ministro iraní de Exteriores al Líbano refuerza la solidaridad con este país, mientras Irán busca ampliar su influencia regional llamando al apoyo de las comunidades musulmanas y advirtiendo contra las intervenciones de Israel respaldadas por Estados Unidos.
En el contexto de este llamado, Jameneí defendió un reciente ataque iraní con misiles contra Israel, catalogándolo como una respuesta legítima a las «agresiones israelíes». Este conflicto marca un momento delicado en las relaciones geopolíticas de Oriente Próximo, amenazando con escalar a un conflicto más amplio si Israel responde a estos ataques, especialmente con la amenaza implícita a intereses iraníes como las instalaciones petroleras. La referencia del líder supremo a la unión contra un «enemigo común», junto con su acusación hacia Estados Unidos de fomentar tensiones en la región para controlar sus recursos, establece un panorama de confrontación en el que Irán busca consolidarse como un defensor contra lo que perciben como agresiones occidentales e israelíes, posicionándose al frente de una resistencia que incluye aliados desde Yemen hasta Irak y Siria.
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