En el Campeonato Europeo de Atletismo en Apeldoorn, vivido con gran tensión y emociones viscerales, el búlgaro Bozhidar Saraboyukov se llevó el oro en salto de longitud con un imponente salto de 8,13 metros, superando al italiano Mattia Furlani y al español Lester Lescay, quienes compartieron el bronce con 8,12 metros. La competencia, marcada por la intensidad y el dolor, vivió uno de sus momentos más dramáticos cuando el español Jaime Guerra, tras un salto desafortunado que lo dejó con una grave lesión muscular, tuvo que ser retirado de la pista en camilla, en lo que prometía ser una actuación récord. A pesar del revés, se destacó la resiliencia de los atletas en una jornada que estuvo llena de grandes sensaciones y expectativas no cumplidas.
La jornada también fue testigo de la performance de diversos talentos bajo la guía de experimentados entrenadores con orígenes y trayectorias diversas, todos anhelando triunfos que se antojan esquivos pero posibles. Desde las tribunas se percibía una fraternidad compartida entre los entrenadores y sus atletas, con figuras como Iván Pedroso o Luis Felipe Méliz que, mientras sostenían sorpresas y desazones, veían surgir nuevas estrellas en un ambiente de camaradería y esperanzas renovadas. En el ámbito de los corredores de vallas, las expectativas puestas en los españoles se vieron truncadas por lesiones y resultados dispares, mientras que Jakob Ingebrigsten se alzó con la victoria en los 1.500 metros sin esfuerzo aparente, evocando una ligereza casi antinatural en la pista, dejando claro que, aun en el deporte de élite, siempre quedan desafíos por vencer.
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