La reciente suspensión del servicio Pick a Brick de LEGO en Estados Unidos y Canadá ha dejado a los aficionados con un mal sabor de boca. Esta herramienta, que permitía a los entusiastas del popular juego de construcción adquirir piezas sueltas para personalizar sus proyectos, ha sido víctima de las políticas comerciales derivadas de las decisiones de la administración Trump. A partir del 29 de agosto de 2025, los cambios en las normas de importación eliminarán la exención “de minimis”, que permitía la entrada sin aranceles de productos por debajo de los 800 dólares.
Esta exención beneficiaba a miles de piezas de Pick a Brick, representando bloques pequeños y económicos despachados desde Europa. La eliminación de esta categoría ha significado que estas piezas ahora enfrenten aranceles y controles aduaneros que incrementan los costos y complican la logística, motivando a LEGO a retirar más de 2.500 referencias de su catálogo en el mercado norteamericano.
El impacto no se limita a Estados Unidos. Canadá, pese a no modificar sus tarifas, también sufre las consecuencias debido a que LEGO gestiona el continente norteamericano como un único mercado. Esto ha frustrado a las comunidades de constructores canadienses, que ahora se encuentran sin acceso a la mayoría de las piezas individuales.
Esta situación no solo representa un golpe para los aficionados, sino que también deja en evidencia la vulnerabilidad de las industrias creativas ante políticas comerciales significativas. Con una facturación anual de más de 9.000 millones de euros y una comunidad global dependiente del servicio Pick a Brick, LEGO enfrenta un desafío logístico y estratégico.
Foros especializados han mostrado la indignación de los usuarios. La preocupación se centra en el alza de precios en el mercado secundario y el incremento en el costo de los proyectos a medida. Algunos ven esta crisis como un catalizador para que LEGO considere abrir almacenes adicionales en Norteamérica y reduzca su dependencia de los despachos europeos.
Expertos en comercio internacional interpretan la eliminación de la exención de minimis como parte de una estrategia más amplia de presión hacia China y otras naciones competidoras. No obstante, compañías como LEGO —sin estar vinculadas directamente a China— resultan ser daños colaterales de estas medidas arancelarias.
Para los consumidores norteamericanos, la consecuencia es menos opciones y para LEGO, la urgencia de repensar su estrategia de distribución. La guerra comercial, que hasta ahora parecía afectar solo a sectores como los semiconductores o la energía, ha alcanzado ahora a los juguetes, dejando a los fans de LEGO en EE. UU. y Canadá en pausa creativa por una disputa económica y política mucho más compleja.
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