Los ciudadanos de Corea del Sur han optado por un cambio político, rechazando la ley marcial impuesta por el anterior presidente, Yoon Suk-yeol. Tras seis meses de turbulencias institucionales, Lee Jae-myung, del opositor Partido Democrático, emerge como ganador de las elecciones presidenciales, según los primeros sondeos. Su campaña, centrada en el combate a la «insurrección», le ha otorgado un respaldo del 51,7% de los votantes, superando al conservador Kim Moon-soo, quien obtuvo un 39,3%. La elección refleja una polarización política generalizada, con ambos candidatos prometiendo reformas económicas esenciales para Corea del Sur, que también enfrenta desafíos económicos exacerbados por medidas arancelarias de Estados Unidos.
Lee Jae-myung, quien será investido de inmediato, se enfrenta a la tarea de revitalizar la economía e iniciar negociaciones comerciales con Estados Unidos. Prometió mejorar las relaciones internacionales y buscar una diplomacia pragmática con China, manteniendo al mismo tiempo una postura firme frente a Corea del Norte. Su vida de superación personal, desde sus humildes orígenes hasta llegar a la política, le ha ganado simpatizantes, a pesar de las acusaciones legales que enfrenta. Lee niega todas las acusaciones, mientras su rival Kim lo ha calificado de amenaza para la democracia. La alta participación electoral del 71,5% y la jornada sin incidentes graves muestran un país dividido pero determinado a avanzar.
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