El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, visitó una comisaría en la región parisina comunicando su disposición a resolver la crisis política que atraviesa el país. Nombrado nuevamente por el presidente Emmanuel Macron tras su dimisión, Lecornu enfrenta el desafío de formar un gobierno que no esté sujeto a intereses partidistas. En una situación inédita, ha reconocido la falta de candidatos dispuestos a asumir el cargo debido a las amenazas de veto de varios partidos. En paralelo, la oposición se prepara para presentar una moción de censura la próxima semana, lo que podría poner fin a su mandato en cuestión de días.
En el centro del conflicto se encuentra la controvertida reforma de pensiones que elevó la edad de jubilación a 64 años, una medida que ha generado grandes protestas. Macron, en un intento de apaciguar a la oposición, ha considerado retrasar su aplicación a 2028. Sin embargo, los partidos mantienen sus posturas; mientras unos exigen su derogación total, otros condicionan su participación en el gobierno a su mantenimiento. Con la presión de aprobar el presupuesto del próximo año, Lecornu debe actuar con rapidez para evitar el bloqueo económico, mientras Macron se enfrenta a una creciente soledad política y un futuro incierto para la Asamblea Nacional.
Leer noticia completa en El Pais.