En una serie de acciones controvertidas y desafiantes, Donald Trump ha intensificado nuevamente la tensión política y social en Estados Unidos. En una sola semana, Trump escaló varios conflictos al enfrentarse con universidades de élite, tensionar su relación con Elon Musk y, lo más alarmante, desplegar tropas en Los Ángeles contra la voluntad del gobernador y la alcaldesa. Este despliegue militar tiene como objetivo contener las protestas provocadas por redadas contra inmigrantes ilegales, movimiento que ha desatado enfrentamientos violentos entre la Guardia Nacional y manifestantes, además de agregar 700 marines a la operación. Esta serie de decisiones apunta, según analistas, a revitalizar su disminuida popularidad, utilizando la deportación de inmigrantes para fortalecer su base de apoyo.
El uso de tropas militares para imponer una agenda política basada en divisiones raciales y miedo ha suscitado preocupación. Observadores destacan que la estrategia de Trump revive temores sobre la «otredad» y aprovecha prejuicios raciales para inflamar el apoyo de su movimiento Make America Great Again. A nivel internacional, estas acciones tienen potenciales implicaciones para México, especialmente si Trump decide intensificar su retórica y acciones contra el país vecino. Ante este entorno impredecible y volátil, las autoridades mexicanas se encuentran en una posición delicada, tratando de evitar dar pretextos para un enfrentamiento más amplio mientras lidian con la posibilidad de que cualquier provocación pueda ser utilizada políticamente por Trump para sus objetivos internos.
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