Javier Bardem ofreció un emotivo y reflexivo discurso al recibir el prestigioso premio Donostia en San Sebastián, destacando la importancia de la transparencia y la honestidad en el trabajo de interpretación. Bardem subrayó que actuar no tiene que ver con la mentira o la manipulación, sino con una desnudez emocional, mental e ideológica que nos enfrenta a nuestras propias penas y rabias, las cuales, según él, nos alejan de la creatividad y de las personas. A lo largo de su intervención, también elogió a su mentor, Juan Carlos Corazza, por enseñarle la relevancia de respirar, sentir y conectarse con los demás, algo que considera esencial en una sociedad dominada por móviles y pantallas.
En su discurso, Bardem también abordó el ego necesario para el actor, arguyendo que, aunque se requiere para enfrentarse al espejo y a las cámaras, debe hacerse a un lado para ceder el protagonismo al personaje que se desea representar. Este equilibrio entre el ego y la generosidad es una lucha constante que el actor debe enfrentar. La ceremonia también tuvo momentos de significativa conexión emocional, como el intenso intercambio de miradas entre Bardem y su esposa, Penélope Cruz, que fue capturado en primerísimos planos por las cámaras de televisión, logrando comunicarse sin necesidad de palabras. De esta manera, Bardem no solo agradeció su premio, sino que impartió una lección sobre la esencia de contar historias y la humanidad en el arte del cine.
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