La actuación de Melody en la primera semifinal de Eurovisión 2025 generó una mezcla de sentimientos, acentuada por su impactante pirueta final, que dejó a la audiencia entre la preocupación y la admiración. Este giro, a la vez tosco y apoteósico, encapsula su esencia artística: intensa, arrolladora, y vulnerable. Sin embargo, la espectacularidad del escenario, con sus luces brillantes y coreografías complejas, casi opacó la esencia de su canción, que no logró resonar en el recuerdo de los espectadores, dejando a Melody como una figura memorable en medio del caos visual y sonoro.
A pesar de quedar en la penúltima posición en el festival, su carisma y valentía la convirtieron en una diva que disfrutó cada momento en el escenario y se conectó con el público. Aunque su actuación fue un despliegue de clichés eurovisivos, la genuina energía de Melody y su capacidad para disfrutar del proceso se tradujeron en una experiencia inolvidable, aun cuando su canción no estaba destinada a ganar. Su travesía en Eurovisión, marcada por su alegría y su inconfundible estilo, permitió que, a pesar de los tropiezos, su presencia continúe brillando en las memorias de sus fans.
Leer noticia completa en 20minutos.