En la lucha contra el legado de ETA, persiste un preocupante desafío en cambiar la percepción épica que continúa rodeando a los terroristas en ciertos sectores de la sociedad. A pesar de que las víctimas han sufrido inmensamente, los miembros de ETA siguen siendo exaltados en numerosas localidades vascas, siendo presentados como héroes en lugar de villanos. Esta imagen deformada permite que algunos justifiquen su ideología, normalizando el apoyo a una organización responsable de casi novecientas muertes y miles de heridos. Mientras tanto, los crímenes pendientes de resolver y las recientes decisiones políticas que favorecen la excarcelación anticipada de algunos de sus miembros alimentan esta peligrosa narrativa.
En contrapeso, el documental “Un viernes y trece. 1974: la primera masacre de ETA” toma relevancia al documentar los horrores del terrorismo, rescatando las historias de las víctimas de aquel fatídico día en Madrid. Producido por la Fundación Miguel Ángel Blanco, el filme ofrece una representación conmovedora de las trece vidas truncadas y más de setenta heridas en la masacre de la calle del Correo, destacando la humanidad de aquellas personas inocentes. A través de testimonios de familiares y sobrevivientes, el documental pretende erosionar cualquier romanticismo asociado con la violencia de ETA, subrayando que el terrorismo no discriminó entre dictadura o democracia, sino que atacó despiadadamente a civiles inocentes en nombre de una causa infundada y sanguinaria.
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